A Modern Rain Dance?

One of the direst effects of climate change is the havoc it wreaks on local water cycles in some of the worlds most impoverished countries. Industries like agriculture and manufacturing suffer…

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El paradigma del Jardin

Una persona, imaginemos, en un lugar lejano. No es un ermitaño, pero está muy lejos de todo.

Esta persona necesita una huerta para crecer la mayoría de sus alimentos, porque comprarlos, cambiarlos — no es opción en este momento.

Esta persona ya aceptó esto, pero debe aprender muchas cosas sobre la tierra y las plantas; sus frutos, sus momentos, sus razones. Por mas que quiera, necesite e intente — no tiene otro camino más que aprender el arte de la siembra para poder comer. Para poder vivir. Bien.

Las semillas tienen sus cuidados, y luego se convierten en plantas. Hay que moverlas, transplantarlas. Luego no todas crecen bien y hay que escoger cuáles dejar y cuales quitar. Hay unos tipos de plantas que se llevan bien con otras, se complementan, se ayudan. Otras que no, y esa es simplemente la forma de la vida.

Hay que ayudarles y podarlas, sobre todo porque no están en su ambiente natural. Se pueden enfermar y son más propensas a las plagas.

Hay que cuidar la tierra, abonarla o mejor aún enriquecerla con sus propios mecanismos — que también hay que aprender porque si esta persona no puede ir al supermercado a comprar comida — menos puede comprar abono.

La huerta es una acción de mucho amor, de mucho cuidado constante. No es algo donde se puede sembrar una semilla y dejarla en la tierra para ponerle agua cuando uno se acuerda o puede sacar el tiempo — eso no sirve porque las plantas no están en su estado natural, están fuera de él y entonces necesitan de una atención constante.

De lo contrario es muy fácil ver lo que puede pasar, a muchos nos pasa. Crecen las plantas, en desorden, compiten por la tierra y el sol, todo por todo lado y ninguna crece fuerte.

Justo cuando está lista para cosechar, aparece un insecto oportunista y le pone un huevo y la daña. Es una planta débil, sin raíces, sin dirección, sin amor. Esta pérdida y es muy predecible que todo el trabajo que hizo para crecer se pierda justo en el momento donde debería de cosechar.

El ser humano es un huerta. Nuestros sueños, nuestro trabajo, nuestra familia, amigos y felicidades son las plantas. La espiritualidad es el arte de cuidar esas plantas, el conocimiento y el aprendizaje de como manejarse, limpiarse, curarse, podarse, trasplantarse, enriquecerse y cosecharse. De saber cuando sembrar y cuando cosechar.

El ser humano tambien vive muy aislado, cree que es un ser individual y desconectado. Le pasa lo mismo que la persona con que inicia esta historia, en este momento no puede ir a su centro para adquirir amor, paz y felicidad. Debe cosecharla.

La espiritualidad no es creer en Dios, sino más bien un camino para mejorarse a uno mismo. Los temas del “más allá” no es algo de lo que deba ser preocupación para quien busca mejorar su vida, su huerta. Porque experimentar y vivir la magia y los misterios de la vida es algo que no le sucede a todos, solo a quien lo busca y lo pide de corazón y eso es completamente voluntario.

La espiritualidad es un herramienta, pero no como las tijeras de podar o las uñas de arar. La herramienta principal es el aprender la observación de nuestras propias emociones pues esas son las herramientas con las que trabajamos nuestra huerta interior.

Es algo que hay que hacer todos los días, en todo momento, con mucho amor y paciencia. De esa forma podemos crecer las plantas que representan todas las facetas de nuestra vida y ver cómo nuestro trabajo se puede cosechar, florecer, reproducirse y expandirse hacia todo lo que tocamos y todo donde pasamos.

El ser humano no vive en su estado natural, esta cada vez mas lejos, cada vez mas débil y mas enfermo. Parece incluso imposible corregir el curso de toda la humanidad y es porque lo es. Lo que si es posible es corregir el curso de uno mismo, entender que si uno no cuida su huerta y no aprende a sembrar flores en el corazón se vivirá inevitablemente en sufrimiento. El trabajo de la huerta del corazón en estos tiempos es muy necesario para sobrevivir.

Pues bien, para ser claro. El trabajo de tener un huerta de tierra o una de corazón es el mismo. De nada sirve buscar los defectos de la huerta del vecino, ni la huerta de tus padres, o soñar con la huerta del gurú de permacultura o de Buddhismo Zen. Pues solamente el trabajo y el aprendizaje en la huerta de uno mismo es el que rendirá frutos, el resto es una completa pérdida de tiempo.

De la misma forma, cada huerta es única y funciona de una manera especial. En la huerta de cada quien están las plantas que te gustan y estas existen en un momento único también — imposible de comparar.

Entonces para empezar una huerta donde pueda florecer la vida y donde pueden crecer sueños que perduran es muy importante buscar la mala hierba que hay en el interior, todos los días. Aprender a reconocerla y aprender que es lo que hacemos para que salga; así como también es esencial observar los mecanismo externos e internos que la afectan. Agua, lluvia y tierra para una; Emociones, Pensamientos y Palabras para la otra.

Tener una huerta es sumamente fácil, simplemente es un trabajo de amor a uno mismo y de estar atento de prestarle más atención a la huerta de uno que a la del vecino. Hay historia y conocimiento de miles de años sobre el crecimiento de huertas y cuando sea el momento cada quien puede encontrar y aprender lo que a cada quien le gusta y le sirve como guia para aplicar en su propia huerta

Al final, se reconocerá que no es hasta el final que brilló el sol en el corazón sino desde mucho antes de empezar.

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